FUNDAMENTOS DE LA FE DIONISIACA
οὐδὲν ἄρα οὕτως βεβαίως δεδήσεται, οὐ νόσῳ, οὐκ ὀργῇ, οὐ τύχῃ οὐδεμιᾷ, ὃ μὴ οἷόν τ᾽ ἔσται λῦσαι τῷ Διονύσῳ.
Oudèn árâ hoútos bebaíos dedésetai ou nóso ouk orgê ou týkhe oudemía, ho mé hoîon t’estai lýsai tô Dionýso.
Nada puede estar tan firmemente encadenado por la enfermedad, por la ira o por alguna desgracia, que no pueda ser liberado por Dionisio.
Esa es nuestra confesión de fe. Eterna, inmemorial e inspiradora. Creemos que el Señor Dionisio es verdaderamente un Dios cercano a la humanidad, existen pocas divinidades que comprendan nuestra existencia tan profundamente como el Señor.
Ya como Dionisio-Zagreo, se sentaba en los cielos más altos, y blandía los poderes de Zeus: su dominio universal es incuestionable. Tras el ataque titánico que le ocasionó la muerte, fue entronizado en las profundidades del inframundo junto con su Santa Madre, la Emperatriz Perséfone, la gran Traedora de la Muerte. Por esta razón Dionisio tiene dominio privilegiado sobre el inframundo, vital para los humanos, porque es el único que puede liberar a las benditas almas de un final sombrío y del tormento de la culpa.
Su renacimiento en el vientre de Sémele se vio interrumpido luego de una astuta trampa de Hera, la enemiga de los hijos de Zeus. Pero el Padre de los Dioses y Hombres no iba a permitir nuevamente la muerte de su Hijo, por lo que estimó que sólo en su propio cuerpo podía sobrevivir la pequeña criatura. Abrió una zanja en su muslo, e introdujo a Dionisio para terminar su gestación. Ahora este niño que iba a nacer compartiría la carne y la sangre del Padre Zeus Todopoderoso. Una vez en el mundo, Dionisio fue criado por las Ninfas y el Sileno en el Monte Nisa.
Eventualmente Hera encontró a Dionisio y lo maldijo con la locura para que vagara por toda la Tierra, pero la Madre de los Dioses, Rea, inició a Dionisio en los Misterios Orgiásticos y lo liberó de la locura. Desde entonces fue conocido como Bromio, el Señor del Éxtasis y la liberación. Es él quien ayuda al hombre a reconectarse con la Naturaleza, y le otorga un espíritu auténticamente instintivo. Dionisio-Bromio emprendió un viaje para conquistar los corazones de las personas y enseñarles el cultivo del vino junto con otros placeres que hacen más amena la vida humana. Civilizó todo el subcontinente Indio, y por supuesto, otras regiones de la Tierra. Esta entidad, poderosa en extremo, sigue dominando e inspirando a la humanidad en la eterna búsqueda de la libertad y la felicidad. La trascendencia liberal que ofrece el Señor sigue cautivando a las nuevas generaciones en esta época democrática, nosotros damos testimonio de lo que hemos vivido bajo su auspicio.
Este es Dionisio, este es el Dios de las contradicciones. Es el Señor del Zoé (principio de la vida) pero también está muerto en las profundidades del abismo. Está presente en cada uno de nosotros al animarnos, pero al mismo tiempo es el misterio de los misterios. Es un Dios benefactor de los hombres, pero es también el Despedazador de aquellos que se oponen a su culto. En sus encarnaciones humanas experimenta nuestras mismas limitaciones, siendo que su esencia es consustancial con la del Padre Zeus Omnipotente. Es un Dios que disfruta los placeres humanos y se deleita en nuestro desenfreno, por lo que podemos casi tocarlo con nuestro cuerpo, y sin embargo sigue siendo arrētos (inefable).
Esto es lo que confesamos de nuestro Señor, el Dios de doble naturaleza. Dionisio-Zagreo y Dionisio-Bromio nos enseñan que sí es posible la unión de opuestos, fuerzas primigenias antepuestas. Confiamos en el poder de Dionisio para darnos alegría y abundancia en esta tierra, y proveernos de misericordia divina a la hora de nuestra muerte. ¡Le diremos a Perséfone que Dionisio mismo nos ha liberado! ¡Porque somos hijos de la Tierra y del Cielo Estrellado!
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